Cuando
estamos a dieta es muy fácil caer en tentaciones, siempre hay algo en la
alacena que nos provoca y nos incita a “pecar”
las chuches de los niños, la crema de chocolate para untar, las
galletas, cosas que no podemos comer pero que tenemos que tener porque la
familia no tiene que pagar las consecuencias de que nosotras estemos a dieta,
se trata de echar mano de la fuerza de voluntad y pasar de largo como si eso no
fuera con nosotras, sé que cuesta, sobre todo esos días que nos comeríamos un
caballo, pero la mente es poderosa y el
secreto es visualizar como queremos vernos y tener muy claro que dejándonos
llegar no vamos a conseguir nuestro objetivo
Pero
que pasa los días de celebración, o los días que salimos a comer fuera?
Esos
días la gente de nuestro entorno suele insistir en que comamos, “que por un día
no pasa nada”, “que no se va a notar”, incluso bromean con que “ellos no se lo
van a decir a nadie”, y por regla general acabamos cediendo a la presión y
“pecamos”
Vale,
como todo está en nuestra cabeza lo más importante es salir mentalizad@s, si,
ya se, que a veces por mentalizado que salgas acabas sucumbiendo a la tentación,
pero vale la pena intentarlo
Lo
primero es no tomar esa salida como una
prueba insuperable, no hay obstáculos insalvables, nosotr@s mism@s los vemos así
(incluso a veces vemos la salida como una oportunidad de salirnos del camino, ósea
inconscientemente queremos pecar, y eso es lo que debemos evitar)
Tenemos
que estar fuertes y convencid@s de que podemos seguir nuestro plan de dieta a
pesar de todo.
Estamos siguiendo un método de adelgazamiento,
lo que no quiere decir que no podamos disfrutar de una comida familiar, pero sí
que tenemos nuestras limitaciones y podemos adaptarnos a esa comida siguiendo
solo unas pautas.
En un
restaurante suelen tener brasas por lo que un buen filete, un buen pescado a la
brasa acompañados de unas verduras también a la brasa o a la plancha o una
buena ensalada es una muy buena opción,
el marisco es otra buenísima opción.
Si el
evento al que asistimos nos presenta un menú cerrado y no tenemos más remedio
que comer… hay quien diría que comamos en casa y así a la hora de comer solo
picoteamos algo y así no pecamos, (muchas veces con esa actitud provocamos
preguntas incomodas) yo personalmente prefiero adaptarme a lo que haya…
Suelen
poner ensaladas, cosas de picar, un plato principal y un postre, bien, la
ensalada no es problema, el picoteo es otro cantar, siempre podemos optar por algún
pincho con proteína, evitando el pan si lo lleva , o podemos colocarnos al lado
del plato del jamón y como el que no quiere la cosas ir picoteando, el caso es
picar algo para no tirarnos luego como lob@s al plato principal... Suele ser
carne o pescado… si es a la brasa no hay problema, si es con algún tipo de
salsa lo que haremos será comernos la proteína y dejar la salsa, por supuesto
si la guarnición son patatas fritas no las miraremos, y a la hora del postre
nos conformaremos con un café o una infusión, lo peor viene después, es la hora de las copas
y es difícil y complicado andar con agua con gas o una coca- cola, pero se puede, recordad que todo está en
nuestra mente…(ya sé que es difícil, pero también sé que querer es poder y
desde luego, se puede...)
Si a
pesar de nuestra buena voluntad hemos acabado cediendo a la tentación, lo que
no haremos será flagelarnos ni tonterías como hacer un día de ayuno, o pasarnos
el día a base de yogures.
Cogeremos
el toro por los cuernos, y volveremos a nuestra rutina diaria, somos adult@s y
hemos pecado porque hemos querido así que no valen lamentaciones ni excusas…
Hemos tropezado
sí, pero nos levantamos, nos sacudimos y volvemos a la carga, no por haber tropezado
hay que dejar el camino, lo que hay que hacer es tener cuidado para no volver a
tropezar